Revista Voz Empresaria

Solo con el “Saber Hacer”, no alcanza

30 abril, 2018 | Revista n° 17

Comparto la historia de un emprendedor que vale la pena para reflexionar e intercambiar pensamientos…

Damián supo tener junto a su padre una empresa de fabricación de matricería. Contaban con su taller de producción bien equipado, con importantes clientes y empleados capacitados. El negocio iba bien, trabajaban mucho y con expectativas de seguir creciendo.

Un día les llega una oferta de su principal cliente, quien compraba lo que ellos producían y luego lo revendía a compañías más importantes. Este nuevo negocio consistía en un producto que iba a ser adquirido por una gran empresa, la cual estimaba que la demanda sería altísima. Muy entusiasmados con la propuesta, y considerándola “ya un hecho”, avanzan en la compra de equipos y el alquiler de un espacio físico acorde a los requerimientos productivos. El objetivo era aumentar la capacidad instalada de producción y estar listo para cuando llegara la demanda. Como los tiempos de resolución de los bancos eran extensos, decidieron endeudarse con fuentes de financiamiento por fuera del sistema bancario, que les aseguraban rapidez pero, obviamente, tasas elevadas.

Ya en las nuevas instalaciones, con la capacidad de producción por encima de la demanda actual, estaban listos para recibir el “aluvión” de pedidos de este nuevo producto. Pasó el tiempo y el acuerdo no cerraba. Faltaba que el intermediario acordara con la empresa demandante del producto para comenzar a producir. Las excusas eran muchas. Lo concreto era que la capacidad de fabricación estaba y ahora era el pedido el que no aparecía.

La empresa con el tiempo había dejado de atender a clientes o descartado la búsqueda de nuevos, y se fue quedando con muy pocos. El cliente que “se esperaba” representaba más del 70% de las ventas.

Endeudados por malas decisiones financieras (con poca renovación de la cartera de clientes y con altos costos de instalación) y desesperados por conseguir financiamiento, vuelven a tomar más deuda con “reductos financieros”. En un momento vieron que la situación era insostenible y tomaron la decisión de “malvender” lo que tenían para afrontar los compromisos que los agobiaban.
Esta situación generó en Damián una gran depresión, veía como desaparecía lo que tanto le había costado construir. Ya despojados de las principales máquinas, con clientes que no traían nuevos trabajos y con problemas de salud, pierde incluso, las ganas de seguir apostando.

Pasado algún tiempo y gracias a dos de sus empleados más comprometidos y al apoyo de su familia (ya el padre por su edad avanzada, se había retirado por completo de la empresa) decidieron volver a empezar. Consiguieron un pequeño lugar donde pusieron algunas máquinas que les había quedado y lograron entender que su problema no radicaba en el “saber hacer”: el problema era no saber gestionar su negocio.

Este tema es recurrente en conversaciones con emprendedores. La gran mayoría de ellos, cuando emprenden lo hacen con un gran porcentaje de expertise en la fabricación o realización del producto/servicio, y muy poco conocimiento en la gestión del negocio. Saben fabricar el producto o brindar el servicio, pero poco saben o conocen de costos, marketing, negociación con proveedores o clientes y acá radica el gran problema: hoy en día los negocios que perduran en el tiempo, tienen no solo un porcentaje importante del “saber hacer o producir” sino también, el “saber gestionar”.

Hace muchos años (cuando la oferta de productos o servicios eran menor a la demanda) con una economía mundial en expansión, podíamos ver como una persona que trabajaba día y noche dedicándole todo el tiempo a producir, lograba un crecimiento económico y le permitía desarrollar el emprendimiento. Hoy eso ya no pasa, salvo contadas excepciones. Hoy un emprendedor no solo debe dedicarle gran parte del tiempo a estar en su taller o comercio, sino que debe conocer del mercado, comercialización, costos, investigación de mercado, etc.

Todo esto nos lleva a pensar que los emprendedores deben ir profesionalizándose y adquiriendo conocimientos más vinculados a la gestión del negocio, para lograr que las posibilidades de fallas disminuyan. Esto no nos asegura tener éxito en lo que emprendamos, sí seguramente podamos preveer algunas situaciones, anticiparnos con decisiones correctas, y sortear los obstáculos que el mercado y el contexto nos pongan en el camino.

Si conocen a “algún Damián” ¿cuál sería su recomendación? ¿Saber hacer va por sobre saber gestionar? ¿o la inversa?

www.cambioemprendedor.com.ar


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