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El legado de un gran dirigente

30 diciembre, 2013 | Revista nº 1

El recuerdo de Enrique Salvador

Nacido en Charata, Provincia de Chaco. Emprendedor, inquieto, impulsor y un gran dirigente gremial empresario. Defensor desde la Federación de Almaceneros, Autoservicistas y afines de la Provincia de Buenos Aires, de los intereses del Sector. Su figura fue sinónimo de FABA. Hoy recordamos a un gran dirigente, pero por sobre todo, a un gran amigo.

 

La primera cualidad de Salvador, quizá la más elevada, fue la de honrar a sus padres y entregar lo mejor de sí a los seres que componían su familia que también incluyó a sus hermanos entre los cuales él fue el último sobreviviente, y en sentido paralelo también tuvo sinsabores por la desaparición de sus grandes amigos haciendo hincapié en los primeros con los que compartió su juventud en su querido terruño de Charata, provincia del Chaco, donde fue un muchacho que participó de una especial forma de compartir hechos singulares en la escuela, con sus “compinches”, como solía llamarlos, con los que ingresó en el mundo del deporte como basquetbolista y como un promotor que en edad temprana realizó actividades para contribuir con el sostenimiento de los suyos y además de desarrollar intensamente experiencias laborales en las que sobresalió como gran vendedor en varias actividades comerciales, al mismo tiempo que se involucró en emprendimientos personales vinculados con el arte en distintas manifestaciones, que marcaron a fuego la exquisita cultura que llevó hasta el final de su vida.

En ese temprano desarrollo fue prohijándose condiciones de líder porque también se comprometió con la comunidad charatense, pensando en el progreso de la misma, pero recordando también con tristeza que el progreso aunque mejoró las condiciones de vida de esa zona chaqueña, también trajo connotaciones negativas al contemplar cómo venía produciéndose la devastación forestal trayendo a su memoria la pena que le daba ver a los “venaditos” y otros animales que iban extinguiéndose, como consecuencia de esa devastación brutal que modificó un territorio importante de esa región. Salvador además tuvo como idea dominante su compromiso con la preservación del medio ambiente, y esto solía decirlo una y otra vez en distintos ámbitos en los que participó como dirigente gremial, y lo hizo tanto en nuestro país como en congresos del sector que lo tuvieron como máximo líder, llevando su cuestionamiento a los grupos de poder político que con mezquindad esquivaban este tema.

Enrique Salvador trabajó como “almacenero” y esta actividad la recordaba con orgullo y a partir de este sentimiento recibió el llamado de hacer progresar al sector que representó hasta alcanzar, con honestidad y sin el afán de avanzar a los saltos, como suele suceder, como en todas las actividades sociales y políticas, sino poniendo su máximo esfuerzo y recibir los cargos que le fueron otorgados sin apuro, respetando la capacidad y la trayectoria decente de sus antecesores, y así fue como desde el llano se convirtió en presidente de su entidad de base, el Centro de Almaceneros de Ciudadela, y honrando a esta institución en los años cincuenta se destacó por su gran capacidad oratoria y su trabajo, y así fue ascendiendo en ese cursus honorum desde el cargo de prosecretario de F.A.B.A., siguiendo luego bajo la titularidad de otro gran presidente, como fue Néstor Rubén García, al cargo de secretario y de ahí en más en 1987 alcanzó la máxima titularidad de la Federación que agrupa a todo el minorismo de autoservicistas, almaceneros y actividades afines.

En ese lapso de su presidencia el desaparecido dirigente que honramos se comportó como un titán, siendo evocado y casi identificado como una sinonimia en el que al momento de decir F.A.B.A. surgía como equivalente la imagen de Salvador en acto siguiendo la terminología aristotélica.

Ser batallador fue el calificativo ajustado a su devenir gremial, bregando por incrementar la cultura y la toma de conciencia de lo que significa representar dignamente a los integrantes de su sector, y sobrevolando este espacio su pensamiento y expresión hablada estuvo permanentemente arraigada y proyectada a los demás el ideal del amor a la Patria, a la que incluyó el recuerdo de quienes para él fueron los principales pro hombres que hicieron a la grandeza nacional.

Entre estos últimos Salvador solía referirse a Belgrano, San Martín, Sarmiento y otros grandes actuales como Ernesto Sábato, René Favaloro, Ricardo Rojas que lo traía siempre como referente al citar conceptos esenciales de su inmensa obra literaria dedicadas al sano “nacionalismo” y al amor por el prójimo que lo traía a colación una y otra vez la didáctica enseñanza en la que el escritor decía que prefería “poner al cuidado de sus hijos a sus vecinos humildes y sencillos que a los que se califican como sobresalientes y sabios que pueden ser canallas”.

Es muy difícil sintetizar su obra gremial pero podemos traer a colación sus actitudes de reclamo ante las autoridades gubernamentales para promover legislación que aparte de favorecer a sus representados, los efectos de sus gestiones tuviesen también como destinatarios a los hombres y mujeres incluidos en la caracterización de amigos clientes, y esta descripción ha sido rescatada últimamente bajo la denominación de que los comerciantes manejaban sus negocios bajo el título de comercios de proximidad, y este aspecto relacional es la nota que predominaba en la clase de vínculos que iban más lejos de un acto mercantil conmutativo para transformarse en una relación humana bajo el signo de la amistad con mayúscula.

Salvador fue dirigente nacional porque representó al país como líder de los minoristas y también extendió su accionar a todo el continente americano que lo tuvo como presidente de la Organización que nuclea a instituciones afines a las nuestras con manifestaciones y propuestas que se transforman en comunes denominadores, que le valieron el reconocimiento a su militancia y el hondo pesar por su fallecimiento.

Finalmente y como otro hecho digno de ser destacado corresponde tener en cuenta que surgido y representando a F.A.B.A., un hombre de nuestra institución, el señor Aladino Benassi, desempeña el cargo de presidente de la Confederación Económica de Buenos Aires –CEPBA-, y en esta circunstancia está incluido el pensamiento de Ortega y Gasset de que los hombres y las instituciones son el resultado del “yo y las circunstancias”, y Benassi está perfectamente incluido en este concepto que define su condición de destacado dirigente, pero que no puede escindirse de quien también fue su amigo Salvador, que lo apoyó para que llegue a esa altura gremial empresaria bonaerense.

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