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Emprender con la necesidad a cuesta

12 diciembre, 2016 | Revista nº 9

Es habitual ver gente que, con la desesperación de haber sido despedido de sus empleos o tener cambios abruptos en su vida cotidiana, piensan en la posibilidad de emprender algo por cuenta propia con la “necesidad a cuesta de que les vaya bien rápidamente”.

Ahí es cuando uno como interlocutor, los escucha, indaga sobre la idea e intenta orientar lo mejor posible. Muchas veces esos proyectos por más interesantes que sean, se contraponen con la necesidad de generar resultados ¡YA! Aquí es donde uno tiene que ser muy cauto para aconsejar, porque una palabra o recomendación mal hecha, puede generar una alta frustración en el futuro.

No hace mucho, en una charla que realicé, se acercó un hombre de unos 45 años con su mujer (tenían dos hijos menores de edad) para contarme su historia familiar (¡muy interesante por cierto!). Carlos es un técnico soldador con mucha experiencia en el rubro de la metalmecánica, había tenido la suerte de ingresar en la industria minera, donde logró tener un buen pasar económico. Su mujer era ama de casa y los hijos estudiaban en una escuela privada de su ciudad. El trabajo no era en la misma localidad donde vivían, lo que hacía que su vida se repartiera: 15 días en la empresa y 7 días en su casa.

Un día, Carlos, recibe la noticia de que la empresa decidió cerrar la Unidad de Negocios donde él era el encargado. De un día para el otro se quedó sin trabajo. Tenía que afrontar la nueva realidad: volver a su casa y afrontar a su familia con la noticia de que no tenía trabajo, que no recibiría los ingresos mensuales para afrontar los gastos y sostener el nivel de vida que llevaban hasta entonces. Un combo explosivo, que a nadie se lo deseo, pero suele ser común escuchar.

Carlos me contó que antes de entrar en la empresa y dedicarle el 100% de su tiempo, había tenido un taller de soldadura industrial, le iba muy bien, pero tentado por la propuesta decidió abandonarlo todo, vendió las maquinas, materiales y todo lo que había construido antes de comenzar a trabajar en la Empresa.

Luego de la introducción, me dice que realmente estaba desesperado por la presión que tenía (si bien la familia lo acompañaba en todo), él sabía que la situación a la que habían llegado, era en parte por su responsabilidad por no haber previsto que en algún momento eso podía suceder. La idea que tenía era volver a montar el taller, para lo cual necesitaba máquinas (porque en su momento las había vendido), algo de dinero para invertir en materiales, clientes, etc. Me preguntaba por programas de ayuda, el cual le aconseje algunos, pero lo notaba extremadamente desesperado, sobre todo cuando se expresaba. Sus amigos (de la época de la empresa) ya no estaban, me dijo que intentó ubicar algunos colegas, que le prometían cosas, pero nunca se concretaban. Esto generaba aún más ansiedad.

El contacto con Carlos continuó, me llamaba o me enviaba mail´s consultando cosas, tratando de que alguien lo escuche y contenga. Traté en todo momento de acompañarlo, leer lo que me enviaba, orientarlo en la búsqueda de apoyo, etc. En los organismos estatales, la burocracia era tal, que muchas veces por querer hacer cosas rápido cometía errores que luego empeoraban los tiempos de respuesta.

Por suerte, el final fue alentador, ya que luego de un tiempo de “deambular” mentalmente sin un rumbo, logró estabilizarse emocionalmente con la ayuda de su esposa y de un programa de apoyo a emprendedores que se había armado en la zona. Eso le permitió darse cuenta que conocía a alguien que tenía un galpón con máquinas sin usar, con el que hizo un acuerdo para utilizarlas y pagarles una especie de alquiler. Consiguió clientes y comenzó a trabajar. Al tiempo salió el programa de apoyo que estaba tramitando, lo que facilitó comprar nuevas herramientas y asociarse ya con ésta persona que lo había ayudado en el momento más crítico.

Toda esta situación me lleva a reflexionar porqué esperar a estar desesperado para emprender, sabemos que “la desesperación y ansiedad no son las mejores socias del emprendedor”.

Cuando uno tiene una idea (o una vocación) y le gustaría en algún momento llevarlo a cabo, lo mejor es dedicarle tiempo para avanzar (al ritmo que puedan) con pasos constantes para acercarnos, aunque sea de manera paulatina, a lo que realmente deseamos.

La contención del grupo familiar es buena para calmar ansiedades, pero también es importante buscar acompañamiento de personas vinculadas a la temática, con conocimiento sobre programas de apoyo al emprendedor, que nos ayuden a minimizar los errores, o tal vez, a no tenerlos.

Es por esto, que ante éstos relatos, afirmo que el Estado en todos sus niveles, debería crear espacios de contención y orientación a emprendedores, para que puedan acercarse a recibir capacitación, asistencia profesional, pero sobre todo, cobijo institucional.

 

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